domingo, 23 de septiembre de 2012

Inside Kenya, mucho más que un curso en Nairobi




           

Ayer comenzó oficialmente el otoño y escribo hoy por miedo a que el verano dé definitivamente un portazo y se quede con mis recuerdos y tantas historias vividas en mis vacaciones. En julio viaje por quinta vez a Kenia, el único destino en mi lista que por motivos de trabajo he repetido casi una vez al año desde que conociera este maravilloso destino en el 2005 cuando contratamos unas vacaciones en camión con Kananga para visitar Kenia, Tanzania  y Zanzibar. Poco podía imaginar entonces que años más tarde representaría a la Oficina de Turismo de Kenia en España y que un lazo tan fuerte me uniera a este país más allá de mi trabajo. En julio llegué a Nairobi para hacer un curso de la Universidad de Comillas que por primera vez se organizaba en Nairobi en colaboración con el Hekima College. 


Durante las tres semanas que realicé el curso aprendí a mirar este país con otros ojos antes acostumbrados a ver sólo lo bello, lo que gusta a los turistas. Sentía que amaba Kenia antes de hacer el curso pero que era un amor incompleto, como el que une a dos amantes que aún no se conocen a fondo. Así que quise acercarme a Kenia para conocerla en su globalidad, desde su historia, su pasado colonial y su reciente independencia, su diversidad étnica, sus contradicciones como país en desarrollo pero que lucha por mantener su idiosincrasia y multi-culturalidad frente a la globalización que impone el capitalismo


              

Las clases teóricas cumplieron con todas estas expectativas y me ayudaron a romper con muchos de los mitos del “subdesarrollo” africano, me mostraron profesionales y maestros muy bien preparados con iniciativa para investigar en su campo y compartir con nosotros no sólo sus conocimientos; sino su capacidad de hacernos preguntas, de querer saber más cada día sobre Kenia y cuestionarnos muchas cosas desde nuestra visión occidental de lo que es mejor para África y a veces para nosotros mismos, como personas que tenemos una responsabilidad durante nuestro breve paso por la vida. Aplicando esto a mi profesión me ayudaron a entender mucho mejor actitudes de los kenianos (mis clientes) que antes era incapaz de comprender, a mirar los problemas y buscar soluciones desde la óptica y la actitud de los propios ciudadanos de Kenia.  Las visitas complementaron esta visión teórica con el lado humano. Haciendo un paralelismo con el ser humano la razón siempre necesita de las emociones para dar lugar a una persona “completa”. Y eso fue lo que aportaron las visitas, esa humanidad y sensibilidad que encontramos en todas las personas que se cruzaron en nuestro camino y que nos ayudaron a poner cara a las historias, música a la letra.










¡Me doy cuenta que en sólo 3 semanas he aprendido tanto!. No sólo teoría sobre historia, economía o relaciones internacionales sino algunas claves para afrontar y resolver problemas, me llevo muchas dosis de humanidad, de humildad, de dignidad, de solidaridad, de trabajo en equipo. He aprendido cual es la actitud necesaria para afrontar retos y sobreponerse a las dificultades y tantas otras cualidades y actitudes que no se enseñan en ninguna universidad del mundo.

Son muchas las cosas de allí que echo en falta y otras muchas que valoro mucho más ahora que he vuelto . En Kenia he aprendido sobre todo a vivir al ritmo africano dejando que el tiempo te acompañe y no te controle, a pararme para "perder" unos minutos a charlar con desconocidos, a apreciar mucho más el calor de los abrazos, los saludos de más de un segundo, a romper con los prejuicios sobre África y su "subdesarrollo"..., en definitiva como se dice por esos lares el Pole, pole y el Akuna Matata (tranquilo no pasa nada) , a poner valor a lo que de verdad importa, a apreciar los detalles, las pequeñas cosas que terminan siendo las más grandes, a compartir con gente extraordinaria que sonríe y comparte todo a pesar de tener muy poco, gracias por poner en mi camino a William, Hassan, Faith, Thomas o Jatson, mostrarme que somos egoístas cuando nos quejamos en Europa ; porque como dijo un amigo mío hace poco en Europa no vivimos un crisis sino una estafa. 











Este curso me ha enseñado en definitiva que hay que ser agradecida, a valorar la amistad, la familia, a trabajar en equipo y no pensar en el bien de uno solo, por mostrarme los sonidos y colores que nos acompañan cada día y que muchas veces pasan desapercibidos a nuestros sentidos, por recordarme mirar de nuevo el cielo buscando las estrellas y escuchar el sentir de la madre Naturaleza, por enseñarme que la espontaneidad encierra un misterio que me hace sentir bien y el caos aparente de una ciudad como Nairobi es una metáfora de la aventura de vivir cada día, por dejarme vivir alegremente sin límites sin ningún remordimiento y compartir nuestra alegría con nuestros seres queridos, por mostrarme que el mundo sigue girando a pesar de la prima de riesgo, del déficit y de la bajada de la bolsa en Europa y que lo que importa de verdad son los momentos que compartimos con los otros y sentir que podemos ser útiles de muchas maneras.

Antes de marchar mi abuelo, que tiene más de 90 años y que trabajó infatigablemente más de 50, me preguntó asombrado ¿Pero ese curso que vas a hacer en Kenia para que te sirve?. Entonces me fue difícil explicarle que mi inversión en tiempo y dinero de este verano no tenía un reflejo directo en mi trabajo o mi salario. Ahora puedo explicarle para qué sirvió, ¡para tanto!










viernes, 27 de julio de 2012

La escuela de Olosokoon en Masai Mara

No conozco la escuela de Olosokoon, nunca he estado aún allí pero puedo imaginarme lo importante que puede ser para los niños de esta comunidad masai poder acudir todos los días a la escuela para beneficio suyo y de sus propios padres. Olosokoon es una de las comunidades masais que salpican el bello paisaje de la reserva de Masai Mara en Kenia. Masai Mara es uno de los lugares del mundo más conocidos, ¿Quién no ha visto alguna vez algún documental sobre la migración animal en esta reserva o su variada fauna salvaje?. Es además uno de los destinos de Kenia por excelencia, el lugar más visitado y por ello uno de los que corren mayor peligro de degradación y que más necesitan ser protegidos y conservados del deterioro que inevitablemente causa todo turismo de masas. La tribu Masai juega un papel fundamental en esta tarea de preservación, son los dueños de muchos de los terrenos colindantes con la reserva y durante toda su existencia han vivido en total armonía con los animales y la Naturaleza excepcional que sólo puede encontrarse en este lugar del planeta. Un hombre masai es capaz de llevarte hasta un guepardo siguiendo sus huellas, hacer fuego con un palo y las heces de elefante o encontrar agua en la zona más yerma de la sabana. Poseen ese entendimiento y mimetismo con la naturaleza que muchos de nosotros hemos perdido o nunca llegamos a tener. Aferrados a sus costumbres y a su cultura (la masai es una de las tribus calificada en peligro de extinción por la UNESCO) han decidido quedarse en la tierra de sus ancestros y hoy son uno de los principales reclamos turísticos, no sólo en Masai Mara, sino en toda Kenia. Resulta paradójico que la imagen de un masai represente mejor que nada a Kenia, que los masais hayan dado tanto al país y que en cambio reciban tan poco…. Las comunidades que viven en Masai Mara se han beneficiado del turismo en cuanto que algunos empresarios respetuosos con sus costumbres y que han sabido valorar su natural aptitud de guías y perfectos rastreadores y sus conocimientos de defensa como excelentes rangers y guardianes de sus negocios. Yo, gran parte de lo que se de Masai Mara y de la cultura masai es gracias a mi amigo William NKumum y a Jorge Alesanco. Nuestro primer encuentro fue en Nairobi ahora un año. Llegó al restaurante en el que había quedado a cenar con Jorge, un español dueño de un campamento en Masai Mara que encontró hace 6 años su paraíso africano y que es el principal apoyo para la comunidad de William a través de los ingresos que obtiene de los clientes del Cheetah Tended Camp (www.cheetahtendedcamp.com). William apareció en la sombra de la noche vestido con sus ropas masais y sus collares y avalorios de mil colores. Me sorprendió su porte esbelto pero sobre todo su inocencia y capacidad de sorpresa, lo que en otros tiempos habríamos llamado bondad absoluta. William me contó lo importante que es la educación para los niños masais, poder ir a la escuela supone para muchos su primer contacto con el inglés (su lengua materna es el ma), el segundo idioma en Kenia fundamental para trabajar no sólo en turismo sino en cualquier actividad comercial que se precie o para desenvolverse en las ciudades o comunicarse con las más de 40 tribus de Kenia. En la escuela de Olosokoon reciben además un almuerzo antes de marcharse a casa, sustento fundamental para muchas familias con escasos recursos y muchos niños (a veces demasiados) a su cargo. El tiempo en la escuela es pues tiempo invertido en su futuro y tiempo que deja a las madres y padres para ocuparse de sus respectivos menesteres. William me contó que estaba casado, su mujer es una de las maestras de la escuela y tiene 3 niños de 5, 3 y 1 año y medio. La escuela de Olosokoon recuerda a muchas de las que salpican el paisaje de Kenia, pequeños chamizos o pequeñas casas con tejados de lata que albergan a un número altísimo de niños de diferentes edades. En Olosokoon 5 clases albergan más de 300 niños, lo que supone que cada maestro tiene a su cargo una media de 60 alumnos por clase. Algunos de los niños acuden cada día después de caminar kilómetros desde sus humildes manyattas (poblados masais) y romper con algunos estigmas sociales que incluso hoy impiden a muchas niñas en Kenia acceder a la educación en beneficio de sus hermanos varones. EN un país como Kenia en el que la media de edad está en los 18 años, la educación los niños supone la única salida para muchas familias que viven avocadas a la pobreza. Cuando hace unos meses empecé a organizar mi periplo en Kenia y supe que iba a visitar Masai Mara hablé con mi amigo William y le pregunté ¿Qué puedo llevar como regalo a tu gente?. Tenía un poco de miedo de la respuesta pues la última vez que le pregunte William me pidió una cámara de fotos!!!. Pero esta vez mi amigo pensó que el mejor regalo tenía que ser para los niños y fue así como surgió la idea de recoger material escolar entre mis familiares y amigos. Quedan menos de dos semanas para que visitemos este lugar mágico de Masai Mara y los niños masais de Olosokoon reciban el material que muchos de vosotros habeis donado. Gracias a todos por vuestra aportación, me hubiera gustado que estuviérais todos aquí para ver y compartir la alegría de los niños y sus familias. Me empaparé de todas sus sonrisas para llevaros de vuelta toda su energía y gratitud. A mi vuelta a España os compartiré el video de la entrega y la visita a esta escuela en el maravilloso paraje de Masai Mara!

lunes, 23 de abril de 2012

Senegal, esperando a Godot...

De Senegal conocía muy poco cuando nos llegó la oportunidad de viajar allí para visitar a unos amigos y escaparnos el invierno europeo. Se está empezando a convertir en tradición pasar las Navidades al sol y estrenando bikini, o al menos eso creía yo cuando hicimos las maletas y marchamos rumbo a Dakar en pleno mes de Diciembre para despedir el año en Senegal. Lo primero que nos asombró cuando llegamos a Dakar fue la vida y el ir y venir de gente en el aeropuerto a pesar de ser las 3 de la mañana. Coger un taxi con la certeza de que el vehículo es legal es imposible, una marea de conductores te asaltan a tu llegada para llevarte a tu destino. Nosotros habíamos alquilado un coche pero dadas las horas intempestivas el señor de la empresa de alquiler debió de irse a dormir un rato o a tomar unas copas. Al día siguiente de llegar partiríamos rumbo al único desierto de Senegal el de Lompoul. Los paisajes hasta allí, a tres horas de la capital aparecían salpicados de Baobabs, pueblos llenos de vida, de vestidos de mil colores de las mujeres que pasean cubriéndose la cabeza, niños que juegan en campos improvisados de fútbol y hombres que como en casi toda África no hacen nada más que esperar (que esperarán?) en las puertas de sus casas. En Lompoul sólo puedes alojarte en dos campamentos con tiendas beduinas como el Camp du Desert en donde pasar la noche amenizada por los grupos de percusión locales (Senegal es conocido por su cultura musical) y degustar un cous-cous delicioso. Para ver el desierto desde otra dimensión pueden hacerse breves excursiones en camello o pasear a pie por las dunas que llenan el horizonte y nos regalan postales de luces y sombras imposibles. Senegal tiene también ciudades coloniales como la que un día capital de la colonia francesa, la hoy decadente y pescadora St Louis. Merece la pena pasar una tarde recorriendo sus calles plagada de ejemplos de arquitectura colonial, de mezquitas y madrasas que desprenden un cántico continuo y monótono. Desde St Louis los amantes de la naturaleza y sobre todo de las aves no pueden perderse el Parque Nacional de Djoudj, la segunda colonia de pelícanos más grande del mundo. Y para terminar el viaje nada mejor que unos días en la playa. Descubrimos en la playa de Toubab Dialao un hotel único en el mundo, Sobo Bade. El dueño es un francés que llegó hace 20 años a este lugar de la Petite Cote de Senegal y a base de tesón construyo una especie de refugio de los hobitt que hoy es centro imprescindible de reunión de los amantes de la percusión y la música senegalesa. ADemás de alojamiento y unas vistas espectaculares desde las hamacas que dan al mar el Sobo BAde se ha convertido en lugar de reunión de gentes locales y extranjeros que celebran cada fin de semana workshops de música y lucha tradicional. Podría terminar mi post aquí pero dejaría fuera algo que llamará la atención de cualquier viajero sobre todo del que no sea un aguerrido mochilero del "todo por mi cuenta y en régimen de nada incluido". Y es que en Senegal también asombra como estas escenas bellas de la cotidianidad y sus paisajes son invadidos por la basuras, los plásticos forman parte de estas estampas y uno se pregunta donde meten los cubos, por qué cualquier espacio se convierte en vertedero, si existirá un servicio de recogida y si a sus habitantes les importa algo vivir entre tanta suciedad o han acabado resignándose. Si uno obvia tanto deshecho es fácil encontrar la belleza en cada rincón de este maravilloso país construido sobre todo a base de sonrisas y esperanza de gente maravillosa y con rincones sorprendentes.

domingo, 11 de marzo de 2012

Viajar con niños: Costa Rica

Los viajes han sido siempre mi pasión y no hay que renunciar a las pasiones sino mantenerlas vivas. Difícil propósito os diréis cuando la familia aumenta y ya no sólo cuenta nuestro espíritu viajero sino la logística y planificación necesaria cuando se tienen niños. Para nosotros la prueba de fuego fue el viaje de este pasado verano cuando con el mapamundi en la mano tras mucho valorar opciones decidimos pasar nuestras vacaciones en Costa Rica. Varias razones nos llevaron hasta allí con nuestro hijo Lucas de 3 años: la facilidad de moverte a tu aire gracias a la amplia infraestructura de hoteles, backpackers y casas rurales, la facilidad de encontrar transporte para moverte de un lugar a otro ya sea en tu propio coche de alquiler, en buses locales o turísticos, la riqueza natural del país y la posibilidad de ver animales en su hábitat (a los niños les vuelven locos los bichitos!), la diversidad que te ofrece el país y el poder estar un día pateando las colinas de Monteverde y al día siguiente en las playas del Parque Nacional de Manuel Antonio y por último, menos bucólico pero práctico e importante, es la posibilidad de poder comer casi a cualquier hora o de aprovisionarse en las principales ciudades de lo necesario para montarte tu propio pic-nic. Así que una vez decidido el destino compramos los billetes de avión y empezamos a planificar nuestra estancia de 15 días.

Parecía difícil abarcar ambas costas y pasar al menos un par de días en cada sitio para digerir el lugar donde se llega y disfrutar del viaje así que nos inclinamos por visitar 2 o 3 parques nacionales importantes del interior y pasar los últimos días en la costa del Pacífico Central-Sur. Esta es otra de las cosas que yo recomiendo a mis amigos que viajan con niños, alargar las estancias en los lugares intermedios y pasar al menos 2 o 3 noches en cada lugar para poder disfrutar al máximo y no querer abarcar demasiado porque con un niño a veces el ritmo no lo marcas tu sino él. Es por tanto necesario tomar tu tiempo, disfrutar de los lugares y los lugareños (me encanta cuando Lucas juega con niños de los lugares que visitamos en cualquier parque o plaza, el mundo parece que se detiene y sólo importa lo que allí está pasando…). Usamos San José únicamente para descansar la primera noche de un vuelo de más de 14 horas contando las escalas y nos alojamos en el Hotel Lousiana en el barrio de Sta Ana. Luego supimos que Alajuela es una pequeña localidad prácticamente frente al aeropuerto de S. José donde hay gran oferta de hoteles pequeños y backpackers donde alojarse una noche de entrada o salida del país. De S. Jose nuestra próxima parada era La Fortuna, lugar famoso por el volcán del mismo nombre y que alberga uno de los parques nacionales más populares de Costa Rica. El Arenal Backpacker Resort se encargo de gestionarnos un conductor que nos recogió en S. José y nos llevo hasta la Fortuna por 55 dólares, algo más barato que si hubiéramos cogido un bus turístico. Este backapcker está catalogado como uno de los mejores de Costa Rica y cuando llegamos lo comprobamos por nosotros mismos. Tienen 4 habitaciones dobles, 5 habitaciones para grupos con 6 camas y ofrecen también alojamiento en tiendas dobles donde poder dormir como un marques disfrutando del lujo de una cama cómoda pero a precio de mochilero. Lo mejor para Lucas fue la inmensa piscina y lo mejor para mi el “pool bar” donde tomarme mi cervecita de aperitivo mientras él chapoteaba a mi lado!. En la Fortuna es visita obligada el volcán, activo desde el año 82 pero apagado cuando nosotros lo visitamos . Igualmente es interesante conocer la historia del Parque Nacional que ocupa el volcán y dejarte embaucar por las explicaciones de un guía naturalista sobre las especies animales que allí habitan. A nosotros nos sorprendió con la mágica visión de la ranita verde, especie endémica de Costa Rica y que es portada de la mayoría de los folletos turísticos de este país. De vuelta al backpacker habíamos contratado un paquete con cena incluida y entrada en las piscinas de BAldi por 35 Dólares. Estas piscinas están compuestas por más de 50 fuentes termales naturales que salen de las entrañas del volcán a una temperatura de más de 35ºC. De noche el ambiente es más mágico que de día y la temperatura fresquita del exterior la compensas con un baño caliente. El restaurante no ofrece comida gourmet pero el buffet libre hace las delicias sobre todo de los más pequeños. Al día siguiente fuimos por nuestra cuenta y a pie desde el pueblo de La Fortuna hasta la cascada del mismo nombre, una pateada de unos 4 kilómetros por campos de cultivo y granjas llenas de encanto. Sorprende que la cascada de la Fortuna no sea tan famosa como el volcán pues el lugar no desmerece en belleza; siempre y cuando el viajero tenga ánimo de bajar (y luego subir claro está) más de 300 escalones!. Nuestros días en La Fortuna se habían agotado y pusimos rumbo a Monteverde, otro de los parques nacionales más famosos junto a Santa Elena y más difícil de llegar pues hay que sortear el Lago Arenal en autobús por carreteras infernales o combinar el trayecto en barca y bus. Optamos por la segunda opción, más cómoda y rápida (en lugar de 3 horas y media tardas dos horas de La Fortuna a Monteverde. EN Monteverde pasamos 3 días alojados en la Finca Terra Viva, una granja que además de habitaciones dobles en el edificio principal donde se sirven los desayunos alquilan una pequeña casa de madera para 4 personas a unos 500 mtros de la casa de los dueños. Federico es el dueño de esta finca de más de 120 hectareas y ha conseguido su sueño de combinar el turismo en la zona con un negocio ecológico que busca la protección del bosque nuboso en el que se asienta su propiedad. Además de acoger viajeros, Terra Viva es una factoría donde producen su propia leche y queso. Los animales viven en total armonía con los turistas y puedes asistir al ordeño diario o pasear por los senderos dentro de la finca. Monteverde es además de un lugar único por su diversidad animal y vegetal, el lugar donde nació el “canopy” y diversas empresas organizan descensos en tirolinas que cuelgan de los árboles a cientos de metros del suelo. Selvatura es una de ellas, una especie de parque temático que además del circuito de canopy ofrece puentes colgantes, museo de insectos, mariposario y jardín de colibrís. Nosotros queríamos probarlo todo así que nos turnamos para que al menos uno de nosotros estuviera siempre con Lucas mientras el otro hacía el circuito de canopy. El sendero por puentes colgantes es fácil para los niños y les encanta sentirse colgados de los árboles en total convivencia con una naturaleza espectacular. La otra visita muy recomendable en Monteverde es el safari nocturno en el Bosque de los niños, un paseo de una hora y media cuando ya ha caído el sol. La noche pone ante tus ojos insectos de formas camaleónicas como el insecto palo, el que tiene forma de hoja, tarántulas, culebras. Importante no salirse del camino y nunca tocar nada si el guía no te da permiso…Tras los días en el interior de Costa Rica teníamos ya hambre de mar, nuestra primera parada fue Jacó, una especie de Florida en plena costa Pacífica abarrotada de hoteles repletos de americanos que beben cerveza y mojitos en los cientos de pubs que están abiertos a todas horas. Después de haber probado todos los modos de tranporte público que existían la costa la recorrimos en coche de alquiler. Jacó no es especialmente bonito pero es un lugar práctico e intermedio para visitar la costa sur donde están los parques Nacionales de Manuel Antonio o más al sur el Marino Ballena. Si paras en Jacó no puedes dejar de hacer el tour del rio Tárcoles, a una hora de coche frente al puente que cruza el río se encuentra un pequeño bar que se llama Los Cocodrilos. Por 30 dólares te organizan un paseo en barca de hora y media a lo largo del río donde estos mastodónticos reptiles campan a sus anchas. Lo más espectacular fue ver cuando el guía vestido en bañador y chanclas se bajó de la barca y empezó a dar golpes en el suelo con un trozo de carnaza. Los cocodrilos se acercaban a comer de su mano mientras los indús que nos acompañaban en la barca no paraban de grabar con su cámara de video y de exclamar “Oh my god!!”. Después de tanta adrenalina necesitábamos un descanso en alguna de las playas más espectaculares de Costa Rica y nos lo regaló el Parque Nacional de Manuel Antonio. Para visitarlo lo mejor es tener tu base en alguno de los hoteles de Quepos a tan sólo 20 minutos de la entrada del parque. Su carretera principal está repleta de todo tipo de alojamientos desde rústicas cabañas hasta hoteles resort con espectaculares piscinas y vistas sobre el mar. En Manuel Antonio es fácil ver osos perezosos, iguanas, mapaches, lagartos y infinidad de variedades de aves. Lo mejor es alejarse de la primera playa, la más frecuentada por los miles de turistas que visitan el parque cada día. Los locales dan siempre buenos consejos y el día siguiente decidimos seguir el que nos dio el dueño del hotel y explorar la playa junto al Hotel Parador. No nos defraudó, una playa prácticamente desierta con una vegetación exuberante que invita a quedarse allí todo el día. Nos faltaba en nuestra lista de animales las ballenas así que gastamos los últimos día visitando el parque Nacional que lleva el nombre de este cetáceo inmenso a 4 horas del Parque de Manuel Antonio. El único día que pasamos en Uvita nos alojamos en el Hotel Tucán, un lugar de mochileros donde está de moda el cine de hamacas y organizan barbacoas por la noche. Cualquier hotel organiza en Uvita los tours para avistar ballenas por alrededor de 15 dólares incluyendo equipo para hacer snorkling, fruta y bebidas. Lucas nos acompañó como buen aventurero y acabamos todos en el agua, él con sus manguitos y nosotros con nuestros tubos viendo peces de mil colores bajo el agua. La visión de la madre ballena seguida de su cría fue espectacular, aunque lejos pudimos imaginar el tamaño de aquel animal solo después cuando vimos las fotos y la barca de nuestros vecinos parecía un punto diminuto junto al animal. Después de leer este post y del elenco de aventuras, animales, diversidad, experiencias y paisajes os podréis imaginar que como de completo fue nuestro viaje…Ah! Me olvidaba mencionar la amabilidad de los ticos (así se llaman los costarricenses) y esa expresión “Pura vida” que escuchas en este maravilloso país a cada paso. Pues eso… “PURA VIDA”.

lunes, 20 de febrero de 2012

La aventura de viajar




Sin apenas darnos cuenta nos hemos plantado ya en el mes de marzo del 2012!. Me parece que fue a ayer cuando empecé a hacer mi lista de propósitos para el nuevo año. En el primer lugar de la lista puse como siempre conocer nuevos lugares, viajar y viajando con mi memoria hice un repaso de todos los lugares que he conocido en el 2011. Un año prolífico en viajes...Miami,París, Kenia dos veces, la Bretaña Francesa, el Algarve, Costa Rica, México DF o Senegal. El segundo propósito de mi lista hablaba de volver a retomar la actividad en mi blog. Y es que me parece que los viajes que no se cuentan es como si no se hubieran hecho, las fotos quedan arrinconadas en un disco duro y las memorias y recuerdos de los lugares visitados se van borrando. Así que hoy me he propuesto volver a contaros algunos de estos viajes, para que también viajéis conmigo y os animeis a retomar la aventura de viajar. Entendiendo la aventura como el recuperar esa curiosidad que nos impulsa a soñar con volver a lugares que anhelamos o esa adrenalina de organizar un largo viaje a donde nunca aún hemos podido llegar.