domingo, 23 de septiembre de 2012

Inside Kenya, mucho más que un curso en Nairobi




           

Ayer comenzó oficialmente el otoño y escribo hoy por miedo a que el verano dé definitivamente un portazo y se quede con mis recuerdos y tantas historias vividas en mis vacaciones. En julio viaje por quinta vez a Kenia, el único destino en mi lista que por motivos de trabajo he repetido casi una vez al año desde que conociera este maravilloso destino en el 2005 cuando contratamos unas vacaciones en camión con Kananga para visitar Kenia, Tanzania  y Zanzibar. Poco podía imaginar entonces que años más tarde representaría a la Oficina de Turismo de Kenia en España y que un lazo tan fuerte me uniera a este país más allá de mi trabajo. En julio llegué a Nairobi para hacer un curso de la Universidad de Comillas que por primera vez se organizaba en Nairobi en colaboración con el Hekima College. 


Durante las tres semanas que realicé el curso aprendí a mirar este país con otros ojos antes acostumbrados a ver sólo lo bello, lo que gusta a los turistas. Sentía que amaba Kenia antes de hacer el curso pero que era un amor incompleto, como el que une a dos amantes que aún no se conocen a fondo. Así que quise acercarme a Kenia para conocerla en su globalidad, desde su historia, su pasado colonial y su reciente independencia, su diversidad étnica, sus contradicciones como país en desarrollo pero que lucha por mantener su idiosincrasia y multi-culturalidad frente a la globalización que impone el capitalismo


              

Las clases teóricas cumplieron con todas estas expectativas y me ayudaron a romper con muchos de los mitos del “subdesarrollo” africano, me mostraron profesionales y maestros muy bien preparados con iniciativa para investigar en su campo y compartir con nosotros no sólo sus conocimientos; sino su capacidad de hacernos preguntas, de querer saber más cada día sobre Kenia y cuestionarnos muchas cosas desde nuestra visión occidental de lo que es mejor para África y a veces para nosotros mismos, como personas que tenemos una responsabilidad durante nuestro breve paso por la vida. Aplicando esto a mi profesión me ayudaron a entender mucho mejor actitudes de los kenianos (mis clientes) que antes era incapaz de comprender, a mirar los problemas y buscar soluciones desde la óptica y la actitud de los propios ciudadanos de Kenia.  Las visitas complementaron esta visión teórica con el lado humano. Haciendo un paralelismo con el ser humano la razón siempre necesita de las emociones para dar lugar a una persona “completa”. Y eso fue lo que aportaron las visitas, esa humanidad y sensibilidad que encontramos en todas las personas que se cruzaron en nuestro camino y que nos ayudaron a poner cara a las historias, música a la letra.










¡Me doy cuenta que en sólo 3 semanas he aprendido tanto!. No sólo teoría sobre historia, economía o relaciones internacionales sino algunas claves para afrontar y resolver problemas, me llevo muchas dosis de humanidad, de humildad, de dignidad, de solidaridad, de trabajo en equipo. He aprendido cual es la actitud necesaria para afrontar retos y sobreponerse a las dificultades y tantas otras cualidades y actitudes que no se enseñan en ninguna universidad del mundo.

Son muchas las cosas de allí que echo en falta y otras muchas que valoro mucho más ahora que he vuelto . En Kenia he aprendido sobre todo a vivir al ritmo africano dejando que el tiempo te acompañe y no te controle, a pararme para "perder" unos minutos a charlar con desconocidos, a apreciar mucho más el calor de los abrazos, los saludos de más de un segundo, a romper con los prejuicios sobre África y su "subdesarrollo"..., en definitiva como se dice por esos lares el Pole, pole y el Akuna Matata (tranquilo no pasa nada) , a poner valor a lo que de verdad importa, a apreciar los detalles, las pequeñas cosas que terminan siendo las más grandes, a compartir con gente extraordinaria que sonríe y comparte todo a pesar de tener muy poco, gracias por poner en mi camino a William, Hassan, Faith, Thomas o Jatson, mostrarme que somos egoístas cuando nos quejamos en Europa ; porque como dijo un amigo mío hace poco en Europa no vivimos un crisis sino una estafa. 











Este curso me ha enseñado en definitiva que hay que ser agradecida, a valorar la amistad, la familia, a trabajar en equipo y no pensar en el bien de uno solo, por mostrarme los sonidos y colores que nos acompañan cada día y que muchas veces pasan desapercibidos a nuestros sentidos, por recordarme mirar de nuevo el cielo buscando las estrellas y escuchar el sentir de la madre Naturaleza, por enseñarme que la espontaneidad encierra un misterio que me hace sentir bien y el caos aparente de una ciudad como Nairobi es una metáfora de la aventura de vivir cada día, por dejarme vivir alegremente sin límites sin ningún remordimiento y compartir nuestra alegría con nuestros seres queridos, por mostrarme que el mundo sigue girando a pesar de la prima de riesgo, del déficit y de la bajada de la bolsa en Europa y que lo que importa de verdad son los momentos que compartimos con los otros y sentir que podemos ser útiles de muchas maneras.

Antes de marchar mi abuelo, que tiene más de 90 años y que trabajó infatigablemente más de 50, me preguntó asombrado ¿Pero ese curso que vas a hacer en Kenia para que te sirve?. Entonces me fue difícil explicarle que mi inversión en tiempo y dinero de este verano no tenía un reflejo directo en mi trabajo o mi salario. Ahora puedo explicarle para qué sirvió, ¡para tanto!










1 comentario:

Anónimo dijo...

Sí, mucho más que un curso en Nairobi. Un viaje fascinante en el que hemos aprendido dentro y fuera de las aulas. Comparto y acompaño todos tus comentarios. María