lunes, 27 de mayo de 2013

Volver a nacer en Kenia

Hoy he vuelto a nacer en un taxi en Nairobi y tras la experiencia y aún con el shock escribo para contaros como de una situación cotidiana y límite sale a la luz toda la bondad, la miseria y las contradicciones de este país. Tenía que ir al colegio de mi hijo para recogerlo y llegaba tarde así que en un edificio que parecía de oficinas me acerqué al guardia de seguridad y le pregunte por un taxi. Como en todos los casos en Kenia, siempre tienen un amigo "taxista" asi que al instante apareció un coche destartalado que andaba casi a pedales. ME senté en el asiento trasero que estaba ocupado por libros de econometría y apuntes universitarios. El conductor de unos 40 años me contó que estaba haciendo un master en análisis de datos y econometría para aplicarlo a su trabajo de consultor. Supongo que la universidad en Kenia no está al alcance de todos y que este pobre hombre de taxista no tiene nada y se gana un sobresueldo haciendo "carreras". Le insistí en que debíamos ir rápido o llegaríamos tarde a la escuela de Lucas y me pidió parar en la gasolinera más cercana y pagar 600 KES (unos 6 euros) de gasolina que me descontaría del viaje para poder llegar a nuestro destino. A partir de entonces el camino se convirtió en una pista de despegue, "my taxi is old but can fly"! (mi coche es viejo pero puedo volar!). Ni que lo diga... en una curva y cuesta arriba era tal la velocidad con la que la cogió que tras salirnos de la carretera y para evitar chocar con una pared nos atravesamos el carril contratio a toda velocidad para acabar empotrados en la tapia de un jardín, haciendo malabares con las ruedas en el canalón del agua y atrancados entre dos árboles. Tras el susto inicial los dos salimos como pudimos del coche y vimos que estábamos enteros y sin daños aparentes y tras felicitarnos por la buena suerte empezamos a pensar como sacar el coche de ahí.
A todo esto, apareció un flamante coche de marca japonesa con tal mala suerte de llevar dos chinos dentro (no por que fueran chinos sino porque eran los inquilinos de la casa contra la que nos habíamos empotrado). Uno de ellos bajó del coche furibundo y empezó a tratar al conductor keniano de inutil, borracho y a clamar por la mierda de país en el que vivimos y contra la imposibilidad del pueblo keniano de progresar. No se aún como mantuve la calma, tenía ganas de ahogarlo... Le dije muy educadamente "estamos bien gracias, la tapia es algo material y si es un problema para usted yo pago para arreglarla".
Cual fue mi sorpresa cuando el chino me dijo que él no era el dueño de la casa sino el inquilino en alquiler. Me fuí a casa dejando a Stephen (el taxista) intentado sacar el coche del agujero y le dí mi telefóno por si podía ayudarle en algo. Al poco de llegar a casa, recibí la llamada de una mujer india, la dueña de la casa y casera del chino. Me dijo que Stephen le pidió llamarme porque no podía pagar los 10.000 KES (100 euros) que le pedía por arreglar su tapia y poner los 3 setos arracancados de cuajo. Podía haberle dicho que no me hacía cargo de nada, que ya bastante era haber salvado la vida por la poca cabeza de un taxista, pero pensé que ese  hombre merecía una oportunidad.

En Kenia 10.000 KES es lo que aproximadamente cobra una persona, así que no me imaginaba como ese pobre hombre podía pagar por una tapia de un jardín exterior lleno de polvo al lado de una carretera. Por supuesto la india no se echó para atras en su intento y me envío un coche con chofer para recogerme y llevarle el dinero que Stephen no podía pagar (al final sólo pude darle 6.000 Kes). Eso sí me hizo una nota firmada por ambas donde reconoce mi pago y ha quedado en llamarme en caso de que el arreglo sea menos o más de lo estimado para "arreglar cuentas". Me hicieron gracia sus palabras para convencerme de que le pagase "nosotros somos hindús, puedes fiarte de mi" como si su compatriota keniano que tenía enfrente no tuviera ya suficiente desgracia con ser pobre de solemnidad y tener que escuchar como otra ciudadana de su país le daba lecciones de legalidad y ética. Si realmente hubiera tenido humanidad digo yo que podía haber asumido ella la reparación de su jardín, al fin y al cabo tiene una tienda donde vende Cartiers en uno de los hoteles más caros de Nairobi. A mi vuelta a casa el stress cayó sobre mi como una losa y tras las lágrimas iniciales hablé con Rose, la chica que viene a ocuparse de la casa todos los días. Le dije "Rose, no se si he hecho bien en pagar ese dinero para saldar la deuda del taxista, creo que soy demasiado buena o tonta". Rose me contestó entonces "quizás precisamente porque eres buena, hoy Dios te ha salvado la vida".

jueves, 23 de mayo de 2013

Cosas que pasan en las carreteras de Africa


Si alguna vez viajas a Africa y recorres sus carreteras estarás muy cerca de conocerla casi por completo. Todo pasa en las carreteras de Africa. En Kenia, uno puede ir por alguna de las flamantes autopistas que rodean la capital Nairobi y tener que dar un frenazo en seco porque un grupo de transeuntes cruzan saltando la mediana, da igual a la velocidad que vengan los coches. Incluso en este acto impulsivo de cruzar una autopista hay una explicación razonable...

Los chinos que mantienen millonarios acuerdos con el gobierno de Kenia a cambio de materias primas o traer a sus propios trabajadores y materiales desde Oriente, han construido autopistas infinitas. Vienen, ponen el pavimento y en 3 meses Kenia cuenta con una nueva autopista. Pero los chinos no cuentan con que los kenianos habituados a cruzar sus caminos de tierra, sus carreteras paupérrimas necesitan un lugar donde cruzar, un puente elevado o algo similar.

ASi que los chinos vuelven y ponen un paso de peatones junto a una parada de matatus en la misma autopista que indica que puedes circular a 90 kilómetros por hora. Si vas en tu coche te encuentras, no sólo que la gente se te echa encima, sino que los matatus se paran en las siempre paradas imaginarias (ahora ocupan un carril de la autopista). Asi que el acto de cruzar una carretera o bien de ir en tu coche por ella se convierte en este país en un acto de valentía cotidiano y más de uno en facultades perjudicadas por el alcohol ha dejado su vida en estas carreteras. ¡Hay que estar muy lúcido para mantener la concentración alerta!

Pero igual que la muerte se da cita en ellas, las carreteras de Africa encierran sobre todo la vida. Mercados de colores imposibles donde las mamas venden sus frutas pueblan sus arcenes y gentes de las diferentes étnias de Kenia dan color a sus estantes y ponen la banda sonora.
Los niños con uniformes impecables pasean después de la escuela en busca de sus padres que llevan el día entero hipertérritos en su puestecillo, la cabras se pasean entre los puestos y en la gasolinera cercana y cruzan la carretera con la misma alegría que sus dueños.
 A mi me gusta este follón y por eso vuelvo siempre aquí en busca de imágenes y emociones que me hacen sentir viva.
Así es África, distinta y por ello única.

miércoles, 27 de febrero de 2013

Kenia, aventuras en tierras de los Samburu



 El parque Nacional de Samburu en Kenia toma su nombre de la tribu nómada que vive a lo largo de esta región y que extiende sus dominios hasta las reservas aledañas de Shaba y Buffalo Springs. Menos conocidas, y por tanto menos frecuentadas por turistas, estas reservas situadas al Norte de Nairobi suponen una oportunidad única para los viajeros que busquen  los paisajes más salvajes y espectaculares de Kenia y que quieran conocer especies animales endémicas únicas en el mundo como la jirafa reticulada, la avestruz somalí, el gerenuk o la hiena rayada. Tuve la suerte de visitar esta región en el mes de Diciembre y tras 6 viajes a Kenia puedo decir que ha sido probablemente uno de los lugares más bellos que he visto.

Cuando uno pasea por la reserva de Shaba se siente parte de un paisaje que podría haber inspirado a Dios para crear el Jardín del Edén. Fue el comentario más habitual entre mis compañeros de viajes, asistíamos extasiados cada atardecer al espectáculo del sol escondiéndose tras las sombras de las palmeras con reflejos sobre el río en color ocre, rojizo y violetas. 

Elegimos buena época para ir a esta región de Kenia alejada de los circuitos más turísticos (Masai Mara es la meca del safari y del turismo), porque Shaba tras las lluvias de noviembre amanece cada día con cielos claros de un azul intenso, no se ven coches ni otros turistas alrededor, sólo la línea del horizonte salpicada de pequeñas colinas rocosas y cubiertas de acacias en flor. Pequeñas flores violetas y blancas cubren las praderas por las que los escasos 4x4 que se aventuran a visitar esta zona. Nos movíamos despacio al son de ese ritmo pausado que te contagia en Africa, aquí el tiempo no te controla, lo disfrutas. 


 Shaba es hogar de leopardos aunque nuestros dos dias allí no fueron suficientes para "cazarle" con nuestra cámara, lo más cerca que estuvimos fue de sus huellas que vimos en varias ocasiones durante la caminata a pie a lo largo del río. Nos perdimos pues la oportunidad de haber visto a quizás uno de los  descencientes de Penny,  el leopardo que inspiró a la escritora y naturalista austriaca Joy Adamson que domesticó y consiguió reintroducir a la vida salvaje años más tarde. 

Precisamente nos alojamos en uno de los pocos (solo existe un hotel de cadena Sarova y este campamento de lujo) alojamientos que existen dentro de la reserva de Shaba, el Joy’s Camp, que está construido en el mismo lugar en el que la escritora tenía su hogar y aún mantiene un encantador rincón con la “memorabilia” de Joy Adamson. En su recepción reposa su máquina de escribir con la que escribió famosas novelas autobiográficas que fueron incluso llevadas al cine com "Nacida Libre", fotos que muestran la recepción con la reina de Inglaterra, Isabel II, durante la premier de la película y en la que por primera vez otra mujer se atrevió a vestir un modelo muy similar al de la monarca, las primeras ediciones de sus novelas o pinceles y bocetos de sus dibujos y acuarelas. 


No se oye nada en las tiendas del Joy’s Camp, sólo el sonido de los pájaros y demás compañeros del mundo animal de los cuales solo te separa una lona y a los que puedes casi saludar por la mañana desde la cama. Dentro las tiendas del Joys Camp rezuman estilo y buen gusto, decoradas con grandes camas con dosel y elementos decorativos de inspiración árabe y Borana, una de las tribus de la zona junto a los Samburu. A menudo añoro esos despertares sin prisa, los sonidos y colores de la naturaleza en estado salvaje de este rincón de Kenia.

Es imposible estar en Shaba y Samburu y no ver el río Ewaso N'giro. Ancho en sus orillas, majestuoso en su caudal en época de lluvias, un viaje a lo largo de sus orillas ofrece un fascinante desfile de especies animales.  Los elefantes se acercan al río a beber y, en la estación seca, usan sus colmillos para cavar pozos profundos en los lechos secos que sirven de fuente a monos babuinos o antílopes, los bosques ribereños representan un paraíso para cientos de especies diferentes de pájaros, y al caer la tarde son también un territorio excelente para los leopardos.  Es posible verlos cada día colgados de los árboles alrededor del río (lástima que nosotros no los vimos!). 
Cuando en los meses de noviembre o abril,  las lluvias traen agua al Ewaso N'giro, el río se convierte en un oasis en el desierto de la vida. Grandes manadas de jirafa reticulada, búfalos e impalas, todos se reúnen en las orillas para beber, manadas de elefantes a menudo vadean el río, parándose a bañarse en las aguas poco profundas y pueden verse inmensos cocodrilos tomando el sol en los bancos de arena. 

 
La mayoría de los hoteles  y de campamentos  de tiendas en Samburu se encuentra a lo largo del río. En el Elephant Bedroom Camp los turistas son los invitados en el hogar de los elefantes. En más de una ocasión tuvimos que levantarnos de la mesa en pleno almuerzo para dejar paso a un enorme paquidermo en busca de hierba fresca entre las tiendas. ¡Saludar a Obama! nos decían los camareros divertidos por nuestra cara de asombro, y Obama era un elefante al que vieron por primera vez hace 4 años cuando el presidente de Estados Unidos salió elegido por primera vez. Curiosamente uno de esos camareros llevaba un cinturón de lo más "kitsch" con el olograma del presidente Obama que cambiaba de postura. Lo había comprado en el mercado callejero de Isiolo y había pagado por él 5 dólares. ¡Pienso que hubiera hecho furor en la convención demócrata! 

Además de todas estas anécdotas y de la gente maravillosa que encontramos (gracias a nuestro guía Julius, un samburu que lo mismo valía para rastrear animales, cambiar una rueda, servirte la mesa o contarte historias de su tribu) siempre recordaré este lugar por las bañeras exteriores  de sus tiendas para refrescarse en las horas más calurosas o el miedo "sano" que pasé escuchando rumiar a un elefante en plena noche al otro lado de mi cama, tan sólo separados por la  lona de mi tienda y cuando el generador de la luz había dejado de funcionar (sin mis lentillas el pánico me impidió dar con el interruptor de la linterna y opté por cambiarme de cama y alejarme al menos un metro del bicho) . 


Puedo imaginar la satisfacción de los primeros afortunados que llegaron a esta tierra bendecida de tanta belleza y tantas buenas gentes, yo me sentí así afortunada de estar en el Jardín del Edén....

jueves, 3 de enero de 2013

Propósitos de nuevo año

Las listas ocupan siempre un lugar en nuestra vida. Pasamos tiempo haciendo listas: de la compra, listas de fechas que hay que recordar, listas de que hacer antes de los 30 o que nuevos propósitos cumplir cuando llega un nuevo año. Yo al año 2013 le pido viajes, muchos viajes en buena compañía. Porque los viajes nos permiten visitar nuevos lugares que un día ocuparon un lugar en una lista, la satisfacción de poner una X, de saberse con un objetivo en la vida más cumplido. Yo viajo para salir de mi zona de confort y ver otras realidades más allá de la prima de riesgo española, del deficit europeo, la subida de la luz o el billete de metro. Buscamos en los viajes nuevos horizontes si, pero también nuevos encuentros, gentes maravillosas que la vida pone en nuestro camino y experimentamos por unos días alguna de las vidas que nos gustaría vivir. Porque en eso consiste el mundo, todas las vidas que podríamos vivir, todas las personas que jamás conoceremos, que jamás seremos están por todas partes... ¿A qué esperas para descubrirlas?


domingo, 23 de septiembre de 2012

Inside Kenya, mucho más que un curso en Nairobi




           

Ayer comenzó oficialmente el otoño y escribo hoy por miedo a que el verano dé definitivamente un portazo y se quede con mis recuerdos y tantas historias vividas en mis vacaciones. En julio viaje por quinta vez a Kenia, el único destino en mi lista que por motivos de trabajo he repetido casi una vez al año desde que conociera este maravilloso destino en el 2005 cuando contratamos unas vacaciones en camión con Kananga para visitar Kenia, Tanzania  y Zanzibar. Poco podía imaginar entonces que años más tarde representaría a la Oficina de Turismo de Kenia en España y que un lazo tan fuerte me uniera a este país más allá de mi trabajo. En julio llegué a Nairobi para hacer un curso de la Universidad de Comillas que por primera vez se organizaba en Nairobi en colaboración con el Hekima College. 


Durante las tres semanas que realicé el curso aprendí a mirar este país con otros ojos antes acostumbrados a ver sólo lo bello, lo que gusta a los turistas. Sentía que amaba Kenia antes de hacer el curso pero que era un amor incompleto, como el que une a dos amantes que aún no se conocen a fondo. Así que quise acercarme a Kenia para conocerla en su globalidad, desde su historia, su pasado colonial y su reciente independencia, su diversidad étnica, sus contradicciones como país en desarrollo pero que lucha por mantener su idiosincrasia y multi-culturalidad frente a la globalización que impone el capitalismo


              

Las clases teóricas cumplieron con todas estas expectativas y me ayudaron a romper con muchos de los mitos del “subdesarrollo” africano, me mostraron profesionales y maestros muy bien preparados con iniciativa para investigar en su campo y compartir con nosotros no sólo sus conocimientos; sino su capacidad de hacernos preguntas, de querer saber más cada día sobre Kenia y cuestionarnos muchas cosas desde nuestra visión occidental de lo que es mejor para África y a veces para nosotros mismos, como personas que tenemos una responsabilidad durante nuestro breve paso por la vida. Aplicando esto a mi profesión me ayudaron a entender mucho mejor actitudes de los kenianos (mis clientes) que antes era incapaz de comprender, a mirar los problemas y buscar soluciones desde la óptica y la actitud de los propios ciudadanos de Kenia.  Las visitas complementaron esta visión teórica con el lado humano. Haciendo un paralelismo con el ser humano la razón siempre necesita de las emociones para dar lugar a una persona “completa”. Y eso fue lo que aportaron las visitas, esa humanidad y sensibilidad que encontramos en todas las personas que se cruzaron en nuestro camino y que nos ayudaron a poner cara a las historias, música a la letra.










¡Me doy cuenta que en sólo 3 semanas he aprendido tanto!. No sólo teoría sobre historia, economía o relaciones internacionales sino algunas claves para afrontar y resolver problemas, me llevo muchas dosis de humanidad, de humildad, de dignidad, de solidaridad, de trabajo en equipo. He aprendido cual es la actitud necesaria para afrontar retos y sobreponerse a las dificultades y tantas otras cualidades y actitudes que no se enseñan en ninguna universidad del mundo.

Son muchas las cosas de allí que echo en falta y otras muchas que valoro mucho más ahora que he vuelto . En Kenia he aprendido sobre todo a vivir al ritmo africano dejando que el tiempo te acompañe y no te controle, a pararme para "perder" unos minutos a charlar con desconocidos, a apreciar mucho más el calor de los abrazos, los saludos de más de un segundo, a romper con los prejuicios sobre África y su "subdesarrollo"..., en definitiva como se dice por esos lares el Pole, pole y el Akuna Matata (tranquilo no pasa nada) , a poner valor a lo que de verdad importa, a apreciar los detalles, las pequeñas cosas que terminan siendo las más grandes, a compartir con gente extraordinaria que sonríe y comparte todo a pesar de tener muy poco, gracias por poner en mi camino a William, Hassan, Faith, Thomas o Jatson, mostrarme que somos egoístas cuando nos quejamos en Europa ; porque como dijo un amigo mío hace poco en Europa no vivimos un crisis sino una estafa. 











Este curso me ha enseñado en definitiva que hay que ser agradecida, a valorar la amistad, la familia, a trabajar en equipo y no pensar en el bien de uno solo, por mostrarme los sonidos y colores que nos acompañan cada día y que muchas veces pasan desapercibidos a nuestros sentidos, por recordarme mirar de nuevo el cielo buscando las estrellas y escuchar el sentir de la madre Naturaleza, por enseñarme que la espontaneidad encierra un misterio que me hace sentir bien y el caos aparente de una ciudad como Nairobi es una metáfora de la aventura de vivir cada día, por dejarme vivir alegremente sin límites sin ningún remordimiento y compartir nuestra alegría con nuestros seres queridos, por mostrarme que el mundo sigue girando a pesar de la prima de riesgo, del déficit y de la bajada de la bolsa en Europa y que lo que importa de verdad son los momentos que compartimos con los otros y sentir que podemos ser útiles de muchas maneras.

Antes de marchar mi abuelo, que tiene más de 90 años y que trabajó infatigablemente más de 50, me preguntó asombrado ¿Pero ese curso que vas a hacer en Kenia para que te sirve?. Entonces me fue difícil explicarle que mi inversión en tiempo y dinero de este verano no tenía un reflejo directo en mi trabajo o mi salario. Ahora puedo explicarle para qué sirvió, ¡para tanto!










viernes, 27 de julio de 2012

La escuela de Olosokoon en Masai Mara

No conozco la escuela de Olosokoon, nunca he estado aún allí pero puedo imaginarme lo importante que puede ser para los niños de esta comunidad masai poder acudir todos los días a la escuela para beneficio suyo y de sus propios padres. Olosokoon es una de las comunidades masais que salpican el bello paisaje de la reserva de Masai Mara en Kenia. Masai Mara es uno de los lugares del mundo más conocidos, ¿Quién no ha visto alguna vez algún documental sobre la migración animal en esta reserva o su variada fauna salvaje?. Es además uno de los destinos de Kenia por excelencia, el lugar más visitado y por ello uno de los que corren mayor peligro de degradación y que más necesitan ser protegidos y conservados del deterioro que inevitablemente causa todo turismo de masas. La tribu Masai juega un papel fundamental en esta tarea de preservación, son los dueños de muchos de los terrenos colindantes con la reserva y durante toda su existencia han vivido en total armonía con los animales y la Naturaleza excepcional que sólo puede encontrarse en este lugar del planeta. Un hombre masai es capaz de llevarte hasta un guepardo siguiendo sus huellas, hacer fuego con un palo y las heces de elefante o encontrar agua en la zona más yerma de la sabana. Poseen ese entendimiento y mimetismo con la naturaleza que muchos de nosotros hemos perdido o nunca llegamos a tener. Aferrados a sus costumbres y a su cultura (la masai es una de las tribus calificada en peligro de extinción por la UNESCO) han decidido quedarse en la tierra de sus ancestros y hoy son uno de los principales reclamos turísticos, no sólo en Masai Mara, sino en toda Kenia. Resulta paradójico que la imagen de un masai represente mejor que nada a Kenia, que los masais hayan dado tanto al país y que en cambio reciban tan poco…. Las comunidades que viven en Masai Mara se han beneficiado del turismo en cuanto que algunos empresarios respetuosos con sus costumbres y que han sabido valorar su natural aptitud de guías y perfectos rastreadores y sus conocimientos de defensa como excelentes rangers y guardianes de sus negocios. Yo, gran parte de lo que se de Masai Mara y de la cultura masai es gracias a mi amigo William NKumum y a Jorge Alesanco. Nuestro primer encuentro fue en Nairobi ahora un año. Llegó al restaurante en el que había quedado a cenar con Jorge, un español dueño de un campamento en Masai Mara que encontró hace 6 años su paraíso africano y que es el principal apoyo para la comunidad de William a través de los ingresos que obtiene de los clientes del Cheetah Tended Camp (www.cheetahtendedcamp.com). William apareció en la sombra de la noche vestido con sus ropas masais y sus collares y avalorios de mil colores. Me sorprendió su porte esbelto pero sobre todo su inocencia y capacidad de sorpresa, lo que en otros tiempos habríamos llamado bondad absoluta. William me contó lo importante que es la educación para los niños masais, poder ir a la escuela supone para muchos su primer contacto con el inglés (su lengua materna es el ma), el segundo idioma en Kenia fundamental para trabajar no sólo en turismo sino en cualquier actividad comercial que se precie o para desenvolverse en las ciudades o comunicarse con las más de 40 tribus de Kenia. En la escuela de Olosokoon reciben además un almuerzo antes de marcharse a casa, sustento fundamental para muchas familias con escasos recursos y muchos niños (a veces demasiados) a su cargo. El tiempo en la escuela es pues tiempo invertido en su futuro y tiempo que deja a las madres y padres para ocuparse de sus respectivos menesteres. William me contó que estaba casado, su mujer es una de las maestras de la escuela y tiene 3 niños de 5, 3 y 1 año y medio. La escuela de Olosokoon recuerda a muchas de las que salpican el paisaje de Kenia, pequeños chamizos o pequeñas casas con tejados de lata que albergan a un número altísimo de niños de diferentes edades. En Olosokoon 5 clases albergan más de 300 niños, lo que supone que cada maestro tiene a su cargo una media de 60 alumnos por clase. Algunos de los niños acuden cada día después de caminar kilómetros desde sus humildes manyattas (poblados masais) y romper con algunos estigmas sociales que incluso hoy impiden a muchas niñas en Kenia acceder a la educación en beneficio de sus hermanos varones. EN un país como Kenia en el que la media de edad está en los 18 años, la educación los niños supone la única salida para muchas familias que viven avocadas a la pobreza. Cuando hace unos meses empecé a organizar mi periplo en Kenia y supe que iba a visitar Masai Mara hablé con mi amigo William y le pregunté ¿Qué puedo llevar como regalo a tu gente?. Tenía un poco de miedo de la respuesta pues la última vez que le pregunte William me pidió una cámara de fotos!!!. Pero esta vez mi amigo pensó que el mejor regalo tenía que ser para los niños y fue así como surgió la idea de recoger material escolar entre mis familiares y amigos. Quedan menos de dos semanas para que visitemos este lugar mágico de Masai Mara y los niños masais de Olosokoon reciban el material que muchos de vosotros habeis donado. Gracias a todos por vuestra aportación, me hubiera gustado que estuviérais todos aquí para ver y compartir la alegría de los niños y sus familias. Me empaparé de todas sus sonrisas para llevaros de vuelta toda su energía y gratitud. A mi vuelta a España os compartiré el video de la entrega y la visita a esta escuela en el maravilloso paraje de Masai Mara!

lunes, 23 de abril de 2012

Senegal, esperando a Godot...

De Senegal conocía muy poco cuando nos llegó la oportunidad de viajar allí para visitar a unos amigos y escaparnos el invierno europeo. Se está empezando a convertir en tradición pasar las Navidades al sol y estrenando bikini, o al menos eso creía yo cuando hicimos las maletas y marchamos rumbo a Dakar en pleno mes de Diciembre para despedir el año en Senegal. Lo primero que nos asombró cuando llegamos a Dakar fue la vida y el ir y venir de gente en el aeropuerto a pesar de ser las 3 de la mañana. Coger un taxi con la certeza de que el vehículo es legal es imposible, una marea de conductores te asaltan a tu llegada para llevarte a tu destino. Nosotros habíamos alquilado un coche pero dadas las horas intempestivas el señor de la empresa de alquiler debió de irse a dormir un rato o a tomar unas copas. Al día siguiente de llegar partiríamos rumbo al único desierto de Senegal el de Lompoul. Los paisajes hasta allí, a tres horas de la capital aparecían salpicados de Baobabs, pueblos llenos de vida, de vestidos de mil colores de las mujeres que pasean cubriéndose la cabeza, niños que juegan en campos improvisados de fútbol y hombres que como en casi toda África no hacen nada más que esperar (que esperarán?) en las puertas de sus casas. En Lompoul sólo puedes alojarte en dos campamentos con tiendas beduinas como el Camp du Desert en donde pasar la noche amenizada por los grupos de percusión locales (Senegal es conocido por su cultura musical) y degustar un cous-cous delicioso. Para ver el desierto desde otra dimensión pueden hacerse breves excursiones en camello o pasear a pie por las dunas que llenan el horizonte y nos regalan postales de luces y sombras imposibles. Senegal tiene también ciudades coloniales como la que un día capital de la colonia francesa, la hoy decadente y pescadora St Louis. Merece la pena pasar una tarde recorriendo sus calles plagada de ejemplos de arquitectura colonial, de mezquitas y madrasas que desprenden un cántico continuo y monótono. Desde St Louis los amantes de la naturaleza y sobre todo de las aves no pueden perderse el Parque Nacional de Djoudj, la segunda colonia de pelícanos más grande del mundo. Y para terminar el viaje nada mejor que unos días en la playa. Descubrimos en la playa de Toubab Dialao un hotel único en el mundo, Sobo Bade. El dueño es un francés que llegó hace 20 años a este lugar de la Petite Cote de Senegal y a base de tesón construyo una especie de refugio de los hobitt que hoy es centro imprescindible de reunión de los amantes de la percusión y la música senegalesa. ADemás de alojamiento y unas vistas espectaculares desde las hamacas que dan al mar el Sobo BAde se ha convertido en lugar de reunión de gentes locales y extranjeros que celebran cada fin de semana workshops de música y lucha tradicional. Podría terminar mi post aquí pero dejaría fuera algo que llamará la atención de cualquier viajero sobre todo del que no sea un aguerrido mochilero del "todo por mi cuenta y en régimen de nada incluido". Y es que en Senegal también asombra como estas escenas bellas de la cotidianidad y sus paisajes son invadidos por la basuras, los plásticos forman parte de estas estampas y uno se pregunta donde meten los cubos, por qué cualquier espacio se convierte en vertedero, si existirá un servicio de recogida y si a sus habitantes les importa algo vivir entre tanta suciedad o han acabado resignándose. Si uno obvia tanto deshecho es fácil encontrar la belleza en cada rincón de este maravilloso país construido sobre todo a base de sonrisas y esperanza de gente maravillosa y con rincones sorprendentes.